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Tenemos mucho miedo a las fórmulas matemáticas. Nos imponen un gran respeto y todo es porque no entendemos lo que significan. Pero ya sabes que estamos aquí para que esos temores desaparezcan. Las matemáticas son nuestras amigas. Así que vamos a ver qué son las fórmulas.

En realidad, una fórmula es como un “truquillo”. Deberíamos ponernos contentos cuando nos topamos con una fórmula porque significa el fin del problema. Cuando tienes a tu disposición una fórmula, es como cuando tu abuela te cuenta su receta de tu tarta favorita. A partir de ese momento ya la podrás hacer tú todas las veces que necesites. Es maravilloso cuando alguien descubre una fórmula matemática porque en realidad está ayudando a toda la humanidad.

Algo así pasó cuando Euclides, hace más de 2000 años, descubrió que, de cualquier círculo, no importa el tamaño, podíamos conocer su perímetro multiplicando su diámetro por una constante. Esa constante es el número Pi (π). Debe ser fascinante estar investigando la manera de conocer cuánto mide un círculo y darte cuenta de que todos los casos, absolutamente todos, se resuelven multiplicando el diámetro por Pi. Es como descubrirle el truco de magia al mago, ¡no me digas que no!

También Pitágoras, otro matemático griego, descubrió su famoso teorema y gracias a él podemos conocer cuánto miden los lados de los triángulos rectángulos. Y Einstein también hizo que todos conociéramos su fórmula e=mc2. Las fórmulas son un atajo fantástico que nos facilitan el trabajo.

Sin embargo, no pienses que las cosas son siempre tan fáciles. Existen todavía muchas fórmulas que no hemos sido capaces de descubrir. Hay muchos matemáticos que se dedican a investigar para resolver todos los enigmas que aun hoy no se han descifrado. ¿Te suena lo de la cuadratura del círculo? En realidad, esta expresión ejemplifica gráficamente que algo es irresoluble. Y así es. O así es de momento. Matemáticos de todas las épocas han buscado la fórmula matemática (esa que resuelve el problema, esa a la que tanto miedo le tenemos… fíjate, ¿a que ahora ya no te parece tan temible?) que pueda convertir un círculo en cuadrado. Y es que con la imaginación es muy fácil ver la solución: piensa en un círculo hecho con una cuerda y ahora conviértelo en un cuadrado con tus dedos. Muy sencillo, ¿verdad? Solo hay que estirar hacia los extremos y rápidamente el círculo se convierte en cuadrado. Bueno, pues eso que puede hacer con los dedos hasta un niño todavía no ha habido forma de resumirlo en una fórmula matemática. ¿Te animas a pensar un poco sobre ello?